Candela

Candela, con su nombre brillante y significativo, llegó al mundo como un rayo de luz: saludable, con un peso adecuado y una sonrisa que iluminaba cualquier habitación. Pero poco después, esa luz comenzó a atenuarse. El desarrollo saludable de los primeros meses dio paso a preocupantes síntomas. Los constantes vómitos, el dolor que parecía quemarla desde adentro, y la pérdida de peso comenzaron a oscurecer su radiante aura. 

A pesar de múltiples visitas al hospital y diferentes diagnósticos, cada médico parecía perdido en un laberinto sin salida. El dolor y la angustia de Candela se intensificaban con el paso del tiempo, y con cada vómito, su pequeño cuerpo luchaba por no intoxicarse aún más. 

El punto crítico llegó un día, poco después de una alta hospitalaria, cuando Candela entró en paro cardíaco. Las llamas que representaban su vida estuvieron a punto de extinguirse. Pero dentro de esas cenizas, aun quedaba una chispa, un pequeño resplandor que se negaba a desvanecerse. Después de un esfuerzo titánico, Candela volvió a nosotros.

El cambio en su destino llegó de la mano de un nuevo médico que, con una simple prueba, detectó una anomalía en la carnitina. Todo señaló hacia un Error Congénito del Metabolismo.

Ante la gravedad de la situación y con el deseo de fortalecer su espíritu, Candela fue bautizada en la puerta de su habitación hospitalaria. Y así, con una nueva esperanza y un indicio de diagnóstico, Candela fue trasladada a un hospital especializado en la capital. El diagnóstico: Acidemia Propiónica.

La pequeña chispa había enfrentado la más densa oscuridad y había salido victoriosa. Ahora, comenzaba un nuevo capítulo en su vida, un viaje hacia la comprensión y el tratamiento de su condición. Pero eso, como dicen, es otra historia, y una que Candela estaba más que lista para escribir.

Lo más triste y frustrante de esta historia es que todo el sufrimiento de Candela podría haberse evitado. Si hubiera tenido la fortuna de nacer en una comunidad con cribado neonatal ampliado, su condición habría sido detectada a tiempo, evitando todo el dolor y la incertidumbre que la acompañaron en sus primeros meses de vida.

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